Acabé exhausta de mi visita cultural por Marsella, pero, por
si no fuera poco, me esperaba otra sorpresa al llegar a casa: ¡Otra carta de mi
amigo Marcelo! No puedo evitar emocionarme cada vez que veo algo de él, y es
que, por mucho que pasen los años, la enorme amistad que logramos es única y ni
la distancia podrá con ella.
Mi abuelo me llamaba porque ya estaba la cena en
la mesa pero, en ese momento, me invadía tanta felicidad y curiosidad de saber
qué me dirá que hice como que no le escuché y me senté a leerla.
Decía esto:
Me quedé sin aliento. ¿Cómo podía ser posible esto? Mi amigo no dejaba de sorprenderme. Estaba en 'modo impaciente' por realizar el viaje y ver que sorpresas me deparará esta aventura pero, a la vez, inquietud. No sabía por qué mi amigo quería que fuese allí, ni cual sería mi hotel. Pero decidí confiar en Marcelo y dejarme llevar. ¡Estas cosas solo pasan una vez en la vida! O ninguna...pero yo estoy teniendo la suerte de vivir la experiencia y no la pienso desaprovechar.
Así que me subí directa a hacerme la maleta en mi habitación sin cenar aunque fuera.
PD.: Tenía curiosidad de saber dónde iba a ir. Así pues, busqué en Internet y me aclaré rápidamente ubicando las torres en el mapa.
Paula Ruhio Muñoz
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