sábado, 2 de mayo de 2015

Tal y como la recordaba.

¡Hola a todos, de nuevo!

Ya he llegado a la ciudad que me vio correr en los veranos previos a la entrada del siglo XXI. Sinceramente, está todo tal y como lo recordaba. Tan bonito, tan... Marsella. Eso sí, ¡qué vuelo más espantoso! Deberían ser más estrictos con los pilotos, creo.

Al llegar, mis abuelos no estaban y he accedido a la casa por la puerta de atrás. He cogido un diario de prensa para enterarme de la actualidad francesa y, posteriormente, me he instalado.
Leyendo el periódico, me he dado cuenta de lo mucho que consternó al país el ataque terrorista contra Charlie Hebdo y el famoso #JeSuisCharlie. Además, ahora hay una pelota enorme montada sobre las figuras de Le Pen, del Frente Nacional, y Hollande, del partido socialista. Como son dos fuerzas políticas importantes, pasa lo que pasa. Yo, en verdad, ya no me fío de nadie. 
Una vez superado el trago de ponerse al día, he salido a respirar la brisa marina de la Plage du Prado, situada en el mismo distrito que la ciudad. ¡Ah! Por cierto, Marsella está dividida en distritos que, a su vez,...¡bah, os debo de estar aburriendo! Me está quedando todo muy teórico, sospecho.

Por último, he subido a casa y he cogido el correo. Candidaturas, que cambie mi nevera y, ¿qué es esto? Una carta sin remitente. Llevo estupefacta todo el día. Lo más sorprendente era su contenido:



¡Dios mío! ¡Es Marcelo! Mi mejor amigo de la infancia. Los recuerdos han invadido mi cabeza a la vez que las lágrimas se apoderaban de mis ojos. No entiendo lo de las pistas, pero el corazón me dice que me embarque en esta inesperada experiencia. Por cierto, la humedad debe de haber borrado algunas letras. Es normal al estar tan cerca de la playa. Playa de la cual os dejo una foto. ¡Qué bonita eres, Plage du Prado!


Au revoir, personnes!


                                                                                                        Alejandro Gil Álvarez

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