¡Por fin! ¡Es él! No puedo estar más feliz, ha sido impresionante, increíble e imposible de mejorar.
Queridos lectores, probablemente, muchos de vosotros estábais esperando este momento, al igual que yo. Por eso, me gustaría contaros con cada detalle cómo ha sido el encuentro. Quiero intentar que os pongáis en mi piel y que sintáis lo que he sentido yo en ese mismo instante.
Perdida por las estrechas calles, tras recibir la ayuda del jovenzuelo de 70 años, he tenido el honor de vivir un espectáculo típico de esta ciudad, el Festival de Nápoles, que según ponía en el folleto que me han repartido, se trata de un concurso de canto de las canciones tradicionales creado en 1952, pero con los nervios no he podido disfrutar del todo, por eso he pasado un poco de largo.
Tras pasar por esa calle llena de cantantes napolitanos, he entrado en una calle repleta de pizzerias, que si no hubiera sido por mi impaciencia y nerviosismo habría probado un trozo de cada una de ellas. En esa calle he podido afirmar que la pizza es el plato típico italiano, y que en Nápoles el ingrediente típico de ellas es el pescado y el marisco.
Al fondo, una casa azul, grande, típica italiana, llamaba la atención de mis ojos. Me acerqué, 38. Esta es. ¿Os podéis creer que, después de tanto tiempo esperando este momento, he sentido un poco de miedo? Un sentimiento extraño recorría mi cuerpo, pero sin pensármelo dos veces he llamado y después de cinco o seis segundos esperando en la calle, ahí estaba con él, abrazándole, casi con lágrimas en los ojos. Ha sido un momento mágico. No hemos podido parar de hablar en toda la tarde. Él me ha contado las cosas más importantes que han pasado en su vida hasta este momento, y yo también, aunque no se lo he contado todo, el momento que he vivido hoy al reencontrarme con él también se incluye en esas cosas cosas que considero más importantes pero no, no me he atrevido a decirlo.
Ahora estamos aquí, en su casa, él está preparándose porque nos vamos a dar una vuelta y yo más feliz que nunca os deseo unas muy buenas noches.
Carolina Planells Tarazona
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