Una uña, dos uñas, tres uñas. ¡Oh, vaya! Ya no me quedan uñas. Esto, ahora sí, llega a su fin. Ya estoy preparada para ir a la dirección que me ha enviado Marcelo.
¡Un momento! Para encontrar la dirección, me he acercado a un jovenzuelo de unos 70 años, aproximadamente, a preguntarle. Ya sabéis como son algunas personas, es decir, les preguntas una cosa y acaban contándote su vida, la de su primo y la del tío de su esposa.
En definitiva, para que me dijese dónde está la calle, me he tenido que tragar que Nápoles es lo que es gracias al comercio marítimo, del cual se ha nutrido históricamente. Al estar abierto al mar Mediterráneo, me decía, entraban los recursos mediante la vía portuaria. Además, era un importante proveedor de recursos para las localidades del interior.
Pero, ¡eh! ¡Ya sé donde está la calle! ¡Por fin! O quizá debiera decir: ¿Por fin?
Alejandro Gil Álvarez
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